La política y los
niños.
El concepto de política en
nuestros días está tan manoseado que existe gente que evita hablar de él porque
lo consideran un tema aburrido o simplemente les causa temor hacerlo. Si
consideramos los acontecimientos más recientes en nuestra historia,
especialmente aquellos cambios drásticos político-gubernamentales, éstos aún
logran causar ciertos roces a pesar del crecimiento y avance de las
generaciones.
Pero el término política es tan
simple que bastaría decir que proviene del griego πολιτικος y que su
significado apunta a un carácter de organización ciudadana, a la manera de
tomar decisiones y concretar acciones que permitan un desarrollo armónico,
equilibrado y justo entre las personas e instituciones.
Ahora pues, parece ser que la
política es un asunto de adultos, de señores de buena apariencia, seres
importantes, de buena ropa, buen zapato, con autos modernos y que no sueltan el
celular. Para otros quizás, la política es un tema pasional para jóvenes,
estudiantes con ideales fuertes y que aún no han infectados por el “sistema”.
De un tiempo a esta parte y en una forma muy abrupta, las mujeres se han
incorporado – o si se quiere pensar de otra forma, los hombres lo han
permitido- a este mundo contradictorio lleno de rivalidades y dimes y diretes
por una parte, y por otra, con una energía organizacional que sorprende cuando
se logran objetivos en pro de la sociedad.
Pero, ¿Qué hay de los niños?
¿Cuál es la opinión de aquellos que se inician, quiéranlo o no, a un vida
marcada por política? Me pregunto de qué manera los padres y los adultos en
general, transmiten sus ideas, creencias y costumbres políticas a sus hijos, si
es que este tema ocupa algún lugar en la lista de temas a compartir en familia.
Sin lugar a dudas, en muchos hogares las tendencias políticas están
representadas tan fuertemente que los menores las adoptan mas no las entienden
y quizás, tampoco la comparten o compartirán en un futuro cercano.
Dentro del mismo tenor escolar,
pero con una diferencia del asunto a discutir, traigo a mi memoria una de mis
primeras prácticas en aula como estudiante de pedagogía en donde niños de
tercero básico opinaban acerca de si Pinochet era bueno o malo. El profesor
jefe me comentó que “esas palabras no son de ellos, son de sus referentes
adultos, seguramente de sus padres” Yo no hice más que contemplar esas mentes
ingenuas que cuestionaban hechos o sujetos que, a mi juicio, no les pertenecen
o no se relacionan directamente por el simple hecho de cálculo de años. Es por
eso que me atrevo a hacer un llamado a depositar en nuestros niños un granito
de conocimiento, otro de entendimiento y otro de renovación, a dejar atrás el
pasado para construir un porvenir de mejor calidad en términos de convivencia
ciudadana. A educar en democracia y con democracia. Los niños y niñas son el
presente y el futuro y no el pasado enemista la sociedad.
Quiero terminar este artículo con
una anécdota que, más que causarme un poco de risa por el contexto, me llevó a
reflexionar por mucho tiempo acerca de los niños y su cercanía con la política
y cómo influimos claramente los más grandes en sus conciencias y vivencias.
Hace poco me tocó hacer una clase
en séptimo año de taller de lenguaje y les hice un juego de adivinar oraciones
en las cuales solamente las pistas eran las vocales. Pasaron varios minutos y
nadie podía descifrar el mensaje, como pista les dije “es algo que estamos
viviendo ahora, en estos momentos” a lo que un alumno respondió “democracia” y
yo que me refería al mundial de fútbol…
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